Por: Belisa Benítez Santiago Ed. D. y María Aponte Colón, M. Ed.
Como sacado de una película de ciencia ficción, en algún momento del año 2019, se comenzó a escuchar de una enfermedad que provenía de un destino lejano. Se reseñaba en las noticias internacionales sobre miles de casos y cientos de muertes, a las que pocos prestamos atención. Hasta que de manera insospechada llegó a nuestras casas lo impensable, presenciamos la fuerza de una enfermedad capaz de afectar nuestros cuerpos. Nos vimos forzados a cambiar nuestras vidas. En un abrir y cerrar de ojos nuestras costumbres y prioridades se transformaron. Así llegó el COVID-19 a conformar las primeras planas de nuestros periódicos locales, creando día a día una gran sensación de incertidumbre y un gran temor que apenas comenzaba.
El COVID-19 ha sido una pandemia que ha afectado la salud mental de nuestra sociedad. Para muchos el encierro, la falta de compartir con familiares y seres queridos. Para otros, la pérdida de empleos y la modificación de nuestras rutinas ha sido muy fuerte. En el caso de los adolescentes este problema ha sido más impactante y les ha afectado de diversas maneras. Según el CDC (2019), la enfermedad del COVID-19 puede afectar a los adolescentes de manera directa o indirecta. En el caso de los jóvenes, más allá de enfermarse, ha sido el bienestar social, mental y emocional, el que se ha visto afectado por esta pandemia. A esto añaden que el trauma que se enfrenta en esta etapa de desarrollo puede tener consecuencias a corto y largo plazo.
En una encuesta realizada por UNICEF (2019), en la que participaron 8,444 jóvenes de entre 13 a 29 años en nueve países de Latinoamérica y el Caribe, se encontró que el 27% reportó sentir ansiedad y 15% depresión en los últimos siete días. Además, para el 30%, de estos jóvenes la principal razón que influye en sus emociones actuales es la situación económica. A esto añaden que la situación general en estos países ha afectado el día a día de las personas jóvenes pues 46% reporta tener menos motivación para realizar actividades que normalmente disfrutaba y el 36% se siente menos motivada para realizar actividades habituales. Todo lo antes expuesto compara con la forma en que muchos jóvenes de nuestra Isla y alrededor del mundo viven y comparten día a día.
¿Pero qué podemos hacer? Según la Academia Americana de Pediatría (2020) se recomienda:
Realizar actividades familiares para crear nuevas rutinas sanas y seguras.
Crear espacio entre las responsabilidades académicas y actividades para compartir con la familia. Evitar que la hora de la cena se convierta en una extensión de las tareas diarias (escolares y/o laborales).
Separar un periodo para la inactividad y actividades pasivas. Todos necesitamos y nos beneficiamos de espacios de privacidad.
Dialogar sobre lo que ocurre con la pandemia dentro del núcleo familiar.
Evitar exponerse a actividades de riesgo.
Mantener las reglas de oro para evitar el contagio: Mantener distanciamiento, el lavado de manos y el uso de mascarillas.
Pensar en el futuro, haciendo planes y estableciendo metas.
Mantenerse conectado de manera virtual con sus amigos y seres queridos. Las relaciones interpersonales son muy importantes para todos los miembros de la familia.
Si tiene mascotas, dedicarle tiempo a pasear y cuidar.
Realizar proyectos de familia en los que juntos ayudemos a otros miembros de la comunidad que lo necesite.
Crear una rutina de ejercicios o simplemente realizar una caminata. Comer saludable, dormir lo suficiente, leer un libro, sacar tiempo para hacer algo que disfrute y propiciar participar de actividades al aire libre.
Buscar ayuda. Si usted o algún ser querido se siente triste, deprimido, desesperanzado, nervioso o enojado, quizás necesita ayuda adicional. Recurrir a un adulto. En nuestro Colegio contamos con personal que puede ayudarte (Consejeros, profesores, trabajadora social y un sinnúmero de personas que estamosque estamos dispuestas y listas para ayudarte).
Nuestras vidas cambiaron totalmente, nuestra realidad ha sido totalmente trastocada. Con mucha paciencia y fortaleza hemos logrado aprender a querernos sin besos y abrazos, a reírnos con los ojos y a valorar más la vida y las oportunidades que con ella trae. Sabemos que pronto esto cambiará, ya estamos viendo la luz al final del camino. Sólo nos resta reflexionar y aprender que todo tiene solución y que siempre hay alguien que está dispuesto a ayudarte, solo tienes que pedirlo.
Referencias:
Centers for Disease Control and Prevention, CDC. (2021). COVID-19 Parental resources kit – adolescence. https://www.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/daily-life-coping/parental-resource-kit/adolescence.html
Healthy children (2020). Los adolescentes y el COVID-19: retos y oportunidades durante el brote. https://www.healthychildren.org/Spanish/health-issues/conditions/COVID-19/Paginas/Teens-and-COVID-19.aspx
The United Nations Children's Fund, UNICEF (2020). El impacto del COVID-19 en la salud mental de adolescentes y jóvenes. https://www.unicef.org/lac/el-impacto-del-covid-19-en-la-salud-mental-de-adolescentes-y-j%C3%B3venes
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